La vuelta a la rutina quizás es lo más temido cuando se acaba el verano, volver a tener horarios, responsabilidades, pero es tan necesaria como efectiva si sabemos como enfocarla para conseguir nuestros objetivos de cara al curso que entra.
Para algunas personas, la idea de volver al día a día después de las vacaciones y del tiempo de desconexión, es un alivio, aunque hay errores que se siguen cometiendo año tras año y que impiden que, desde primera hora, se esté plenamente centrado y productivo de cara a afrontar los meses de estudio.
Uno de los errores más reiterado es la falta de organización. Preparar una oposición es un proceso que necesita orden, concentración y tiempo; no es algo que se consiga en dos días. Tener una buena organización es la base, sobre ella iremos avanzando a lo largo de los meses sin prisas ni pausas, sin agobios. ¿Cómo conseguirla? Fijando pequeñas metas a conseguir a corto plazo y estableciendo los pasos para alcanzarlas.
Además, el uso de una agenda en la que apuntar absolutamente todo es también un factor clave; de esta manera, semana a semana, visualizaremos las metas que hay que alcanzar y organizaremos también el tiempo.
Tener pensamientos negativos o una actitud de completa negación en el primer reto que nos topemos, no va a ayudar demasiado en el camino de la oposición. Sin embargo, tener una mente positiva hará que nuestra sensación de poder continuar sea lo único que veamos y ayudará a hacer frente a cualquier obstáculo que nos encontremos.
Es habitual, y más común de lo que creemos, llegar en algún momento a un punto complicado, sea por el motivo que sea, y para superarlo, tener una mente y actitud abiertas, es clave. Si, por el contrario, nosotros mismos nos echamos tierra encima con pensamientos como “esto no es para mí, mejor lo dejo y me dedico a otra cosa”, veremos el hecho de estudiar como algo obligatorio y no como el proceso que nos llevará a cumplir nuestro deseo, meta u objetivo y nos rendiremos sin haberlo intentado.
Por otra parte, otro de los errores más frecuentes a la hora de estudiar es no repasar. Supongamos que no se cometen ninguno de los errores comentados anteriormente, es decir, tenemos una “buena organización” y una mente positiva y abierta, pero en esa “organización”, tenemos el fallo de no dejar tiempo para el repaso. ¡Error! Toda buena organización, tiene que tener un hueco siempre para el repaso. Y, ¿por qué? Muy sencillo, podemos estudiar todo a la perfección y no olvidarnos de nada al principio, pero conforme pase el tiempo y metamos más información en nuestra cabeza, sin poder evitarlo, algo se olvidará, con la consiguiente sensación de que parezca que se ha olvidado todo.
El repaso es también una pieza clave en el proceso. Por ello es importante dedicarle un rato, para tenerlo todo bajo control. Todos los opositores y opositoras deberían hacerlo, no importa si se han presentado a la última convocatoria y todo lo tienen fresco y reciente, o si son nuevos y nuevas que van a prepararse para una oposición por primera vez.
No definir un método de estudio como tal (horas de estudio, de repaso, cuánto tiempo vamos a dedicar para el descanso, para comer, para despejarnos, etc.) es, por ende, otro de los errores comunes en los opositores y opositoras. Es importante planificar el método, definir horarios al día y cumplirlos. También hay que ser realista y responsable con la planificación, por ejemplo, si nos hemos propuesto dedicar toda la mañana en el estudio de los temas y por la tarde practicar supuestos prácticos y simulacros, hay que cumplirlo.
Aquí entra en juego la rutina que comentaba al principio de este artículo, necesaria para poder organizarnos y dedicar el mismo tiempo a la preparación de todas las pruebas de las que consta la oposición, sin dejar ninguna atrás. Así mismo, elegir un lugar adecuado para el estudio es fundamental, ya que en él pasaremos gran parte de nuestro día a día y tiene que reunir las características que se consideren necesarias para que el día haya sido muy productivo.
Para finalizar, hay dos errores que se pueden fusionar en uno solo, ya que uno lleva al otro: prepararse la oposición por cuenta propia, sin ayuda de profesionales y confiar en la probabilidad, dejando de estudiar una serie de temas que supuestamente, no pueden salir el día del examen.
Estamos de acuerdo en que todo el mundo sabe de lo que es capaz de hacer por sí solo, pero a la hora de prepararse y enfrentarse a una oposición, la ayuda de profesionales es un plus a esa capacidad; ellos tienen la experiencia y saben enfocar el estudio de una oposición para tener éxito, que todos tenemos claro que no es solamente aprobarla y listo, sino conseguir la tan aspirada plaza.
Tienen técnicas, métodos, consejos, capacidad, etc. Saben qué dificultades se van a encontrar en el camino porque ellos ya lo han recorrido, saben que no es una buena idea dejar de estudiar “x” temas porque la probabilidad no es algo seguro y porque a ellos también les ha pasado y saben perfectamente como preparar a los opositores y opositoras.
El opositor u opositora es el que estudia y el que se enfrenta al examen, el que tiene que trabajar para conseguir su objetivo, su meta. El profesional es el que ayuda a mejorar todo eso, a hacer el proceso de la oposición más ameno y conseguir que se vaya más confiado, seguro y capaz.
Y todo esfuerzo, tendrá su recompensa. No hay que dejar nada al azar ni a la suerte, no hay nada más satisfactorio que hacer el trabajo bien hecho.