La clave está en una buena organización y planificación del estudio. Tienes que establecer un horario o planning, donde quede especificado qué harás cada día y cuanto tiempo le dedicarás.
Una vez tengas delante el temario de oposición, aconsejo que lo leas tranquilamente y redactes el tuyo propio, de manera original, como he comentado en otros artículos.
Para ello es importante la lectura comprensiva, el subrayado, hacer un resumen y un esquema, memorizar lo más importante y repasar.
Para el estudio del temario, además de estas técnicas anteriores, se pueden usar otras como, por ejemplo, el parafraseado (explicar con tus palabras), la lectura en voz alta, asociar palabras con dibujos (para la memorización) o algunas técnicas mnemotécnicas. Muy importante son los repasos, quizás lo más importante. De nada sirve estudiar algo si luego no se repasa diariamente y se olvida.
Importante también son los descansos. De nada sirve estar 8 horas al pie del cañon sin parar. Es preferible establecer pequeños intervalos de tiempo para el descanso. Podéis usar la técnica pomodoro, que también describo en otro artículo.
A la hora del estudio, influye también la motivación, ya que habrá días que no estemos igual, que nuestro nivel de comprensión y retención no sea el mismo. No pasa nada, esos días los dedicamos a repasar lo anterior o a la lectura de un nuevo tema. Cambiaremos una actividad por otra que no nos permita tanta concentración y al día siguiente retomaremos donde lo dejamos.
Además, hacer algo de deporte. Una mente estará despejada si además de estudiar, descansa y se despeja. Hay que dormir lo necesario, descansar y hacer algo de deporte para oxigenar el cerebro: pasear durante media hora al día sería un buen ejemplo.