Cada día observo anonadada el almuerzo que traen mis alumnos. La mayoría galletas, bollos, batidos, etc., muy pocos traen un bocadillo, un sándwich, un zumo… parece ser que lo más fácil, rápido y cómodo es echar a la mochila del niño lo primero que encontramos y sin calentarnos la cabeza. Intento en cada reunión con las familias hablarles de la importancia de la dieta en los niños/as, pero parece ser que me importa a mí más que a ellos.
Cada día observo anonadada el almuerzo que traen mis alumnos. La mayoría galletas, bollos, batidos, etc., muy pocos traen un bocadillo, un sándwich, un zumo… parece ser que lo más fácil, rápido y cómodo es echar a la mochila del niño lo primero que encontramos y sin calentarnos la cabeza. Intento en cada reunión con las familias hablarles de la importancia de la dieta en los niños/as, pero parece ser que me importa a mí más que a ellos. Incluso suelo sacarme mi almuerzo delante de ellos, para que vean que tomo una manzana, un par de mandarinas, pero lo único que he conseguido es que un par de ellos opten de vez en cuando por la fruta y otros que me digan “seño y ¿tú no comes bollos?”. Es muy triste, pero he recordado que cuando iba al colegio, éramos muy pocos los niños/as que llevábamos un pequeño bocadillo con un zumo, casi todos llevaban bollería industrial. También me acuerdo que yo si comía bollos, pero aun me vienen a la cabeza las palabras de mi madre cuando me decía “tú una vez a la semana, elige para merendar o almorzar”….
Actualmente en mi colegio cada dos semanas más o menos nos traen fruta para repartir entre los niños/as y me llegan notas de algunas mamás diciendo: “hay cosas que no le gustan, no le van las mandarinas, odia los plátanos…” y luego ves a esos niños/as tan felices con su pieza de fruta de lo que sea comiéndosela. Y ahora me pregunto: “¿Son los gustos de los niños/as o es la comodidad de algunos padres?”


