¿Eres de los que ‘comer rabo de pasas’ ya te resulta eficiente para mejorar tu memoria?
Como opositor, uno de los grandes retos que tenemos, no es tanto el estudiar, sino cómo memorizar las distintas fases y pruebas de la oposición, para que en el momento de la verdad, ¡las ideas vuelvan a ti!
Quizá en tus repasos, de forma relajada eres capaz de recordar lo que estudiaste previamente, pero a medida que se acerca el día D, ¿por qué parece que todo se esfuma?
En este artículo me gustaría hablarte de la memoria ágil y darte algunos consejos para que puedas trabajar sobre este aspecto, si crees que es uno de tus puntos débiles en este momento.
Para ello, vamos a empezar entendiendo cómo funciona tu mente, ¿te parece?
¡Dale al play!
Pero, ¿por qué esto es tan importante a la hora de trabajar la memoria ágil?
Para que lo entiendas, voy a hablarte de ciertos conceptos que son los que trabajan de forma conjunta en tu capacidad de memorizar.
Los elementos de la memoria ágil
Tiempo de lectura
A la hora de estudiar y memorizar, la primera de las acciones que llevamos a cabo es la de la lectura.
En este sentido, cuanto más rápidos seamos leyendo, más información o contenidos somos capaces de abarcar en menos tiempo.
Esto es interesante, ya que según el experto Ramón Campayo, el rendimiento de nuestra mente a la hora de memorizar es de un máximo de 2 horas. A partir de ese tiempo, el rendimiento va disminuyendo progresivamente.
Por lo que, si tienes menos tiempo, o has comenzado ‘tarde’, puedes prolongar tu estudio durante no más de 3 horas.
El procesamiento de lo que lees
Este elemento es fundamental, porque por más que leas, si no acabas de comprender lo que lees, poco o nada vas a memorizar, claro está.
Es importante que mejores y tengas en cuenta tu capacidad para procesar la información. Descubre cómo eres más ágil, por ejemplo:
- Subrayando las ideas principales
- Seleccionando palabras clave
- Haciendo anotaciones al margen
Después, trata de incorporar todos estos elementos a tus lecturas. Se trata de que encuentres el equilibrio entre la rapidez de la lectura y la asimilación de lo que lees, o acabarás leyendo la misma frase muy rápido doscientas mil veces.
Memorización
En este punto, cuenta todo aquello que te sirva para crear nuevos caminos neuronales que fijen lo que estás aprendiendo y, en el momento que lo necesites, vuelvan a tu mente.
Para ello, también hay muchas técnicas, aunque dependiendo de si eres más visual, auditivo, o kinestésico, puede que algunas se ajusten más que otras.
A los visuales les funcionan muy bien los mapas mentales, o crear imágenes asociadas a lo que estudian.
Los auditivos, son esos que en algún momento, se han grabado las lecciones y se han dormido escuchando su propia voz.
A los kinestésicos, en este caso, una buena forma de memorizar podría ser el de accionar. Es decir, crear resúmenes a medida que se aprende. En resumen, escribir.
Seguro que, desde tu época de estudiante, has probado muchísimas técnicas, ahora trata de recordar: ¿cuál de ellas te ha funcionado mejor?
Si todavía no lo haces, es buen momento para retomarla.
Retentiva
Un apartado fundamental, ¡qué siempre se olvida! ¿Te ha ocurrido alguna vez estar estudiando, memorizar lo aprendido, recordarlo ese día, pero que al repasar no dieras una?
Esto ocurre porque lo que puede estar fallando es la capacidad de retención. De almacenar, guardar y volver a traer a colación lo aprendido, cuando lo necesitamos.
De ahí la importancia del repaso. Son esos momentos en los que hacer balance y tratar de reforzar aquellos conceptos que lleves más flojos.
Además, para trabajar sobre este aspecto, prueba por ejemplo la asociación o la mnemotecnia.
Ya sea a través de imágenes mentales, de historias que tú mismo te crees, o de palabras que te recuerden ciertos conceptos clave, descubre cuáles son esos elementos que te ayudan o te sirven como disparadores de lo que has aprendido y ¡utilízalos a tu favor!
Cómo trabajar la memoria ágil y otros consejos
Ahora mismo es posible que sientas ganas de aprender más sobre este asunto, ¿no es así?
Bueno pues antes, veamos un par de cosas interesantes…
Por un lado, si hablamos de memoria ágil, hay que hacerlo a su vez del descanso. De la importancia de oxigenar nuestra mente para que esta rinda como debe.
El estrés, el miedo, las preocupaciones, los nervios, congestionan la mente y está por lo tanto, funciona a medio gas, por lo que nuestra capacidad de memorizar se ve afectada.
Es por eso que no se recomienda estudiar hasta el último día, ni mucho menos quedarse despierto el día antes del examen.
Sino hacer un repaso ligero el día previo, ¡o tomárselo libre!
Al final, nuestra mente, según cuenta el experto Ramón Campayo no entiende de resultados. Aprobar, sacar una buena nota, es un resultado.
Si te centras demasiado en ello, aparecen los miedos y con ellos la ansiedad y el estrés.
Al revés, céntrate en el proceso, en disfrutar del estudio y el camino. Tu mente estará mucho más predispuesta a absorber el conocimiento y las notas serán la consecuencia.
Y, por otro lado, quizá quieras tener algunas ideas sencillas de por dónde comenzar a entrenar tu memoria ágil.
Pues bien, es posible que esto ya lo hayas hecho, incluso siendo niño, así que ¡toca volver a la niñez!
- Memoriza matrículas de coche
- Hazla mentalmente tu lista de la compra y ¡qué no se te olvide nada!
- O, por ejemplo, prueba a aprender un nuevo idioma, o no saques más la calculadora para hacer cálculos sencillos.
Como verás, no tiene porqué ser nada sofisticado, son acciones del día a día, que puedes practicar desde hoy mismo.
Hasta aquí, todo lo que es interesante que sepas sobre la memoria ágil, para que puedas comenzar a entrenarte desde hoy, a tu ritmo.
Y, si acaba picándote el gusanillo, te dejo la referencia al libro Desarrolla una mente prodigiosa, de Ramón Campayo.
¿Eras consciente hasta ahora del papel que juega la memoria en tu preparación como opositor? ¿Cómo vas a trabajarla a partir de ahora?
Me encantará leerte en los comentarios.